DESDE LO HONDO DEL BARRANCO
PRIMER PERIÓDICO DE LITERATURA AGRESTE

NÚMERO 2-MARZO-05

PASION VIVIENTE DE CUEVAS DEL CAMPO

 

El barrancal. Marzo 05.- Otra vez Semana Santa. Como cada año cuando el invierno cae y el aire trae disuelta esa orden que hace florecer las plantas y anidar las aves, y humedece chochos frescos y endurece pollas vivas. Esa fuerza natu­ral irrefrenable que hace que incluso al Olmo Centenario, hendido por el rayo y en su mitad po­drido, le salgan hojas verdes del gustillo.
      Entonces, la carcunia ancestral católico costumbrista y folclórica se lía a limpiar cris­tos y a emperiflorar vírgenes llorosas para sa­carles enjoyados y sangrantes a la calle.
      Intentan proclamar lo sagrado del dolor agudo y lo mistificante de la sangre fresca. El fetiche sado ornamentado. Unen la idea del peor sufrimiento al olor del romero y el cantueso y a ese comezón que la primavera pone en la entre­pierna joven.
     Y pretenden que nos pongamos de rodillas ante la perversión.
      Porque hoy es sólo una farsa más bien rela­cionada con el turismo. Ocasión de hacer el agosto para la industria hostelera. Enjambres de ociosos con cámaras digitales a la caza y captura del ídolo adornado. Pocos viven de verdad eso tan retorcido de la pasión del cristo. Cuatro colga­dos más ridículos que peligrosos. Pero no hace tanto fue rito terrible y obligado que conllevaba ayuno y penitencia, cilicio y oración mortifi­cante a un dios desastroso. Y pobre del que no se sometiera.
      Cuánto de esa cultura siniestra arrastramos aún por ahí metido y olvidada. Por algo tiene la palabra pasión esa doblez endiablada en su signi­ficado. Mira el diccionario. Por eso está bien pensar un rato y llamar a cada cosa por su nombre para limpiar en lo posible el lastre. Sólo un rato, que si no es también malo. Después hay que hacer como la mayoría de los semanasantistas. Irse por ahí a viajar, a bañarse, a ponerse de tó, a hacer cada uno lo que quiera, aunque sea retratar a los  fetiches.  Gozar o creer que se goza sufriendo atasco y contratiempos por intentar creerse libres y desfogar con ansia a to­que de silbato  en los cuatro días de asueto que les dan en sus trabajos. Si se quiere celebrar la semana santa. Amén.

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