De hace diez años acá.

 

 

     Tributo tiene ya sus diez añillos, pero lo he vuelto a leer y me ha parecido que no ha perdido actualidad en casi nada. El nombre de la moneda, claro ¡Quién se acuerda ya de las pesetas! Su memoria da hasta que un poco como que de repelús. Y sí acaso, ese tipo de funcionaria que no sabe ni cómo encender el ordenador. Ya casi no se las ve. Ahora, sigue el funcionariado igual de desfuncionador y son lo mismo incluso en cuanto a sus crisis emocionales, de cuyo aburrimiento suelen curarse yendo a espás de más o menos renombre o a talleres alternativos de sexo tántrico, o algún tipo de curas de yoga o cursos de creatividad de fin de semana en sitios con encanto. Pero la mayoría mueve ante el público los dedos en los teclados que da gloria verlos. Y oirlos, tiqui tiqui tapa tiqui tiqui tapa tapa tapa tiqui tiquitiqui, tap. Parte por la fuerza de la costumbre y parte porque son una nueva generación que ha tenido que aprender esas artes desde temprana edad en su penosa preparación para las oposiciones. Los inútiles en la ofimática han sido relegados a otros puestos más oscuros. Creo que la prota de Tributo se lo ha hecho y ahora tiene una paga por incapacidad total por depresión permanente a causa de mobbing (ya sabes, es como se escribe eso tan de moda del muvin y el acoso en el trabajo) y está divorciada y vive sola con su hija en el duplex que antes fuera familiar, de su paga, de la que le tiene que pasar su exmarido, recordad que iba a ascender en su puesto de correos y ahora habrá llegado a ser jefe de estafeta, y de un bazar de todo a 0,60 que abrió en la urbanización con la ayuda de unos préstamos que consiguió a través de un proyecto de ayudas a mujeres emprendedoras separadas y en el que puso a trabajar a su prima Paqui. Sí, la que estaba en el Día de cajera, que lo hace todo, y que ahora piensa que metió la pata, porque más considerada estaba allí que bajo el dominio de su prima. Su sueño es que su hija, a la que se le dan muy bien las clases extraescolares de danza a las que va con un profe argentino, llegue a ir en cuanto tenga edad a uno de esos programas que descubren talentos en la tele, porque su niña tiene mucho más que todas esas que están en ese de ser modelos, que es el que ella no se pierde ningún día.

     En general, el reino, ha sufrido el milagro de pasar de ser cuasi tercer mundista a fardar de ser el octavo más rico del planeta, con lo que eso trae de cambio, de mayor renta, de mayor información, de bienestar en el consumo de la calidad de vida. De jurujujú. O sea que se esta igual de analfabetos y perdidos pero con más ínfulas y más poder adquisitivo. Los hiper llegan a todas partes. Hay más teléfonos móviles que habitantes y hasta los más rudonchos empiezan a meterse en interné. Los ciegos siguen en los mismos quiosquillos y las loterías del estado igual de santificadas. Mi primo el gitano vende los mismos nísperos, ya tiene también tarjeta de crédito para pagar y sacar dinero del cajero, y se ha comprao una flugoneta mercedes nueva que es la leche, pero la báscula digital a pilas que se echó hace un par de años la ha vuelto a dejar en casa sin utilizar porque eso era una leche con la que no se apañaba. Las jacarandas las han cortado todas, que no hay cosa que más gusto dé aquí que la tala de un árbol, mejor cuanto más bonito fuera, para hacer un carril bus, con el dinero del Plan de Ayudas al Desarrollo y Mejoras de Estructuras que se aplican dentro del Programa de Apoyo al trabajo Municipal como correción del desempleo que está generando la Crisis. Porque estamos en crisis y por eso hay que gastar en poner a la gente a hacer aunque sean cosas que maldita la falta.

     El perro vagabundo... Todavía sobrevive por aquí, pero cada vez más acorralado por el nuevo orden veterinario que obliga a meter un microchip a las mascotas y llena los mercados con alimentos secos para animales, ya también con oferta dietética, baja en calorías y sin colesterol.

     Y yo, aquí estoy, más viejo y más pellejo. Sigo sin vender una escoba pero sin dar un palo al agua, que se dice. En el fondo, más contento que unas pascuas. Tan feliz en mi miseria de alto standin. Mirando la película y sacándole entresijos a las cosas. Ahora, por cierto, con la banda ancha, con todo el cine mundial gratis en mi casa. Ayer vi Surveillance, dos días antes de que llegara a los cines del reino. Quiera el Cosmos que tarde en pegar el tijeretazo a esta bicoca el Ministerio de Cultura. Un poco diciéndome que cómo no me dé prisa no voy a escribir nunca mi obra eterna, pero qué se le va a hacer, me digo lo que decía Machado:

 

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya

—así en la costa un barco— sin que el partir te inquiete.

Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;

porque la vida es larga y el arte es un juguete.

Y si la vida es corta

y no llega la mar a tu galera,

aguarda sin partir y siempre espera,

que el arte es largo y, además, no importa.

 

enriquelopez@elbarrancario.com

 

   
ir a portada   ir a archivo de textos y cuentos   ir a portada